jueves, 4 de febrero de 2016

Testimonio


Solo fue el lugar donde debíamos encontrarnos.


La vida tienes muchas sorpresas, nadie sabe lo que hará mañana ni como el destino unirá tu vida con las de otras personas, como cambia tu manera de ver el mundo con las distintas perspectivas que esta te da.



Mi nombre es Byron Gómez Navarrete, soy el último de nueve hermanos, siempre tuve afición por la música el baile y la pintura, cuando termine el colegio decidí estudiar artes plásticas pero no tenía el apoyo de mi mamá, ella siempre se opuso ya que consideraba que los artistas eran: fumones, vagos y sin futuro. En el año noventa y cuatro buscaba una carrera que me permitiera vivir decentemente como decía mi madre, pase por la FACSO, una facultad pequeña, de mucho estilo llena de grafitis y en el único lugar donde se ofrecía la carrera de comunicación social, llena de mujeres hermosas, las que me inspiraron a inscribirme en la carrera.
Nunca imagine que en esta facultad, en el primero “B” mi vida cambiaría por completo. Mis amistades de ese tiempo eran mis compañeros del denominado “Pre”, lo primero que hicimos fue salir a socializar, beber y bailar en los bares que rodeaban la universidad. Después de las fiestas no quedaba más que reunir de a pesos para un “trópico” y matarla por completo. Entre la universidad, los amigos y las farras comenzaron los ligues. En uno de ellos surgió una conversa sobre una “Caro”, la que próximamente sería mi nuevo amor. En una tarde Cecilia quien era amiga de la “Caro” me menciono que entre ella y yo podía surgir una relación por su cumpleaños, en ese momento no venía a mi cabeza poder estar con ella, pero con un “sí” después había encontrado la mujer que para mí era mi vida.
Mi vida amorosa y tormentosa había comenzado, tormentosa porque su familia no quería que este conmigo, a los tres meses estaba perdidamente enamorado de ella. Tras ese tiempo le pedí matrimonio pero en ese momento no me acepto, pero al año de la relación cuando ella ya era mayor de edad volví a mencionarle la posibilidad de nuestro matrimonio, esta vez a escondidas, ella acepto, la cita fue en Amaguaña donde no se realizaban muchas preguntas. Como testigos todos mis amigos que me impulsaron a esta relación, pero cuando llegó el momento se arrepintió diciendo: “no puedo hacerle esto a mis padres”. Tiempo después llego el mejor pretexto para casarnos, estaba embarazada, y gracias a mi hijo Renato Gómez pudimos realizar nuestras vidas, de eso ya son veinte y un años. Al final ninguno termino la carrera de periodismo, llegamos hasta segundo año, pero realmente este no era nuestro destino ya que ella siempre quiso ser parvularia y no perdí la oportunidad de dedicarme al arte y ejercer el diseño gráfico como mi labor. La FACSO solo fue el lugar indicado donde debíamos encontrarnos.

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