jueves, 11 de febrero de 2016

SOY MISIONERA EN EL PAÍS MÁS POBRE DE AMÉRICA


por: Sebastián Paredes.

Mi nombre es Mishell Madera, tengo 20 años y hace casi un año partí hacia Haití para hacer voluntariado.

Mi experiencia en Haití comenzó a partir del servicio desinteresado; desde no tener acceso a los servicios más básicos como agua potable y luz, todo ha sido compensado por el servicio al prójimo y las sonrisas de las personas a las que puedo ayudar.

Tengo una familia muy unida, la cual siempre ha querido poder devolver al prójimo lo que Dios nos ha dado tan bondadosamente, y es por esa razón por la que decidí convertirme en misionera por un año. Creo en Dios, no sé si encasillarme en una religión pues considero que Dios es mucho más que eso, sin embargo pertenezco a una comunidad cristiana internacional la cual promueve la ayuda al prójimo por sobre todas las cosas; es por eso que decidí acceder hacer voluntariado en Haití, uno de los países en los cuales mi comunidad religiosa ayuda a la gente.
Al partir de Ecuador sabía, de una buena vez, que iba a un lugar totalmente distinto a la realidad que he vivido día a día desde que tengo memoria, es decir, sin necesidades extremas, como falta de comida, y sería algo muy poco honesto de mi parte el decir que al llegar, la realidad haitiana, me impacto fuertemente; pero, todo fue recompensado desde el primer día en el que pude tener contacto con su gente. Desde ese día hasta hoy, no ha habido un solo instante en el que yo me haya arrepentido de haber viajado acá. Los amigos y las obras que he realizado en Haití, como talleres y construcción de viviendas, son el firme testimonio de que el amor al prójimo sobre todas las cosas y la empatía, son las verdaderas herramientas para cambiar el mundo, poco a poco.
Dato: La organización IYF ayuda a personas en todo el mundo, así que espero poder viajar a otros países que necesiten de mi ayuda y de mi corazón.

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