Por Silvana Guanotasig
Otavalo es la ciudad que la vio nacer y
crecer. Inició en el baloncesto a la edad temprana de seis años, puesto que, el
lugar donde vivía prestaba todas las condiciones para que pueda empezar a
jugar. Su padre fue su primer entrenador y maestro. Convirtió a la cancha en su
mejor lugar; su zona de confort, el sitio
propicio para demostrar de lo que era capaz. Integró la selección del
cantón Otavalo y fue seleccionada de la provincia de Imbabura. Para ella el
baloncesto ha sido una de las experiencias más gratificantes, considera que complementar
el deporte con la vida estudiantil no fue tarea fácil, pero tampoco un impedimento.
Karina Viñachi, su compañera y amiga, con la
cual ha jugado casi todos sus campeonatos, comenta que Jenifer era muy
entregada a éste deporte y si tenía que encestar lo hacía como sea “el
baloncesto al igual que el colegio fue su prioridad”, “El baloncesto y ella se
complementaban totalmente”.
Dejar el baloncesto fue una de las
decisiones más difíciles de su vida, no se acostumbra a su nueva rutina, en la cual,
sus horas de entrenamiento ya no están en su agenda, Yadira Gómez, su amiga y
compañera de habitación en la ciudad de Quito, comenta que: “Jenifer se siente
incompleta aquí, ha jugado en campeonatos interfacultades, pero para ella no es
lo mismo”.
En la actualidad optó
por crecer profesionalmente y empezar un camino distinto en la escuela de
Sociología de la Universidad Central del Ecuador. Comprendió que con la vida de
colegio se acaban varias cosas pero inician otros proyectos que podrían
convertirse en una nueva pasión. FRASE: “Cuando a ti te gusta algo y te apasiona el deporte que haces es muy fácil acoplarse”.
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